Hola ¿Cómo estás?
Hoy quiero hablarte de un tema que nos afecta a todos y se trata de los prejuicios, pero para hablarte de esto primero quiero definir esta palabra de manera que nos aclare un poco el panorama. Porque si no conocemos bien la connotación que tiene una palabra, muchas veces la tiramos al aire libremente sin más.
Pst! Podés oir esta nota desde el programa de Podcast que tengo que se llama «Consultorio de imagen» Lo encontrás en Spotify, Apple Podcasts y Google Podcasts.
¿Qué son los prejuicios?
Según la real academia española se trata de una opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal. En otras palabras, se trata de una opinión negativa que nos formamos sobre algo o alguien de manera anticipada y sin el debido conocimiento.
Como el pre-juicio es formarnos una idea previa negativa sin siquiera tener toda la información, es por eso que en lugar de acercarnos a las personas, nos alejan. Pero también el encerrarnos en ellos nos separa del conocimiento, de tener nuevas experiencias, de ampliar nuestra perspectiva y con ello de avanzar en nuestro desarrollo personal.
Muchas veces los prejuicios están atados a construcciones sociales, y con esto me refiero a que en el caso de que el foco esté en una persona, a la cual se le atribuyan cualidades negativas, también por extensión se le van a aplicar al grupo al que pertenezca esa persona esas mismas cualidades. Y es así como lamentablemente tenemos prejuicios raciales o étnicos, de nivel socioeconómico, de género, entre otros.
Por ej, como argentina he escuchado decir muchas veces “Todos los argentinos son fanfarrones y agrandados” Peeero ¿es tan así? ¿será verdad? no voy a mentirte claro que existen personas así en Argentina, pero también las hay en otros países. Y claro que también existen en Argentina personas maravillosas, generosas, sencillas y humildes que deben lidiar con ese prejuicio sin merecerlo.
Es por esto que muchas veces trato de huir de las generalidades y me concentro en los casos particulares.
Ahora, la realidad es que prejuzgar lo hacemos todos, tal vez en tu caso no sea respecto a un grupo social, sino con un tipo de actividad, con una comida, o con tantas otras cosas…
En mi caso personal por ej, creía que el yoga no era para mi porque pensaba que se trataba de una actividad sin sentido, sumamente tranquila, lenta y sin desgaste energético. Pero hoy es el único entrenamiento que hago de manera diaria y te puedo afirmar que jamás un ejercicio me trajo tantos beneficios. Por eso es que a veces se trata de conocer sobre algo antes de armar juicios de valor.
¿Por qué prejuzgamos?
Dicen los expertos que es algo normal en el ser humano y se trata de un instinto de supervivencia.
Comentan que nuestro cerebro tiende a encasillar las cosas de manera de organizar la información. Imaginate que tenemos una gran computadora en nuestra cabeza que lo que hace es dividir el conocimiento en carpetas, y a cada carpeta le pone un nombre, es decir una etiqueta. Este conocimiento previo hace que en determinadas situaciones sepamos como actuar para mantenernos a salvo.
Por ej, si es de noche y venis caminando por la calle y ves que se te acerca una persona que te parece de aspecto extraño, lo más seguro es que evites el contacto, ya sea acelerando el paso, o cruzando de vereda antes de saber si es buena o mala. Es tu instinto de supervivencia que se maneja desde el prejuicio para evitarte una situación que te ponga en riesgo.
Entonces ¿es bueno o es malo el prejuicio?
Es algo que está en nosotros y que tenemos que aprender a gestionar de manera de no caer en los extremos tan dañinos como la xenofobia, homofobia, el racismo, o cualquier tipo de intolerancia.
Por otro lado, tal como ocurre con el ejemplo del Yoga que te di antes, a veces el prejuicio no está enfocado en las personas sino en las actividades o en las cosas, y en ese caso tal vez nos prive de mejorar nuestra vida.
En el caso de mi profesión, como asesora de imagen ¡no te imaginás todos los prejuicios con los que he lidiado!
Mucha gente cree que cuidar su imagen implica mucho gasto o caer en la frivolidad, otros van por el lado de “no quiero que nadie me diga lo que me tengo que poner”, otros creen que se trata de conformar las exigencias sociales, y en esto veo que hay falta de información acerca de una herramienta tan valiosa con la que contamos desde que nacemos, y que tal vez no sabemos gestionar.
¿Te acordás que te conté que los prejuicios son una herramienta que usa nuestra mente para mantenernos a salvo?
Bueno, justamente si pensás en la imagen, te darás cuenta que es la parte de nosotros que más nos expone ante los demás, y es allí en donde se ponen las barreras más altas. Cuando la verdad es que esas barreras para lo único que sirven es para limitarnos y no avanzar sobre aquellas cosas que pueden traernos un mejor desarrollo como personas.
Cuando lográs ver tus fortalezas físicas, es decir si tenés buena altura, lindas manos, buen cabello, piernas largas, o lo que sea que pueda destacarte, y le sumás el saber vestir tu cuerpo, conocer tu estilo para solo comprar lo que de verdad te represente, lo creas o no, vas a estar trabajando sobre tu autoestima. Y eso te da una mirada diferente sobre vos mismo/a que te permite moverte con mayor seguridad en tu entorno.
Esa seguridad, luego te lleva a que tomes nuevos riesgos y avances en otros aspectos de tu vida.
Si bien los prejuicios son un mecanismo para mantenernos a salvo, la exageración nos lleva a privarnos de la conexión con otras personas, desarrollar nuevas perspectivas y tener mejores experiencias. Y esta privación no tiene mucho sentido cuando te acordás que tu vida es una, la que tenés hoy frente a vos y no tenés otra.
Entonces ¿Cuándo la vas a vivir sin tanto miedos y prejuicios?