Vivimos en una sociedad que va muy rápido y a veces nos encierra dentro de burbujas que nos desorientan, nos hacen ver solo algunas porciones de la realidad o una realidad distorsionada. Por esto es que vamos perdiendo el foco en nosotros mismos.
Cuando perdemos el foco nos concentramos más en el afuera, y es por eso que nos cuesta saber lo que realmente queremos, lo que nos gusta, lo que nos hace felices. Ya no apreciamos nuestras fortalezas y nuestros éxitos personales, y siempre vamos en busca de más porque nada es suficiente.
Las redes sociales, en especial la gran burbuja que conforma Instagram, apelan a mostrar los mejores momentos de cada persona, nos muestran el éxito en sus miles de facetas, y las derrotas solo se muestran como aprendizajes para quienes tienen madera para salir adelante con una sonrisa. Los que no, simplemente no las muestran y sufren en silencio.
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En la tele, las noticias y las revistas se publicitan los éxitos de personas famosas que exponen sus relaciones “felices” de pareja, lo genial que quedó su cuerpo luego de una dieta y un duro entrenamiento físico, el auto o la lujosa casa que se compraron. Indefectiblemente invitan a cada espectador a comparar su vida con la de ellos. Pero esto no se termina acá, las comparaciones pasan la barrera de esa “ficción” del mundo, al mundo más terrenal, en donde nos comparamos con nuestro compañero de trabajo, con una hermana, con un amigo, con ese emprendedor que ya llegó a 1 millón de seguidores y nosotros no.
Si bien el significado de la palabra éxito es totalmente personal, ya que no representa lo mismo para unos que para otros, las comparaciones son inevitables, y en el fondo significan tratar de diferenciar qué tiene el otro que yo no.
Al mirar hacia fuera y preguntarnos ¿Quién es más atractivo? ¿Quién es más exitoso? Buscamos entender el mundo y la percepción que tenemos de nosotros mismos en él.
Es sana la comparación cuando la utilizamos con el objetivo de superarnos, y buscamos referentes que alimenten nuestras ganas de ser mejores. En ese caso investigamos en esos referentes sus fórmulas, la motivación que los llevó a superar barreras, lograr sus objetivos y trascender.
El problema de la comparación surge cuando genera frustración al sentirnos en desventaja con respecto a la situación del otro. Por ej descubrimos que a alguien de nuestro entorno le va bien y nos preguntamos ¿por qué nosotros aún no estamos en esa situación?, inmediatamente pensamos que no supimos aprovechar las oportunidades, o que no somos tan capaces, nos vamos quitando valor mentalmente frente al otro, pero dejamos de lado que tal vez nos estamos midiendo con una vara equivocada. Tal vez no tuvimos la igualdad de oportunidades, tal vez faltó capacitación o recursos, o solo tal vez no es nuestro momento.
Cuando vemos la situación del otro y nos comparamos de manera negativa, seguramente solo vemos la punta del iceberg, y nos perdemos de entender todo lo que está bajo la superficie. Los sufrimientos, el trabajo arduo, los días malos, las incertidumbres, y todas aquellas cosas que debieron pasar para que esa persona llegara a tener la situación deseada.
Cada quien vive su vida con sus circunstancias, y la de todos son diferentes. Si pudieras analizarlo de manera más objetiva, te darías cuenta que muchas veces nos comparamos con personas que en algún aspecto han avanzado algunos niveles por sobre nosotros, ya que sus circunstancias, ya sean positivas o negativas los modificaron.
Seguramente mientras vos te estás comparando con otros, alguien más lo está haciendo con vos, porque en el camino de la comparación te olvidaste de compararte con vos mismo.
El ejercicio más sano es compararte con vos mismo
Me tomó mucho tiempo entender esto, y te confieso que aún lo sigo trabajando. Como suelo ser una persona autoexigente siempre busco la perfección. Pero esa perfección no la busco en el reflejo de los demás sino en mi trabajo personal.
Ya hace unos años que llevo un “diario de productividad”, en el cual escribo “casi” semanalmente mis avances, no solo en el ámbito laboral, sino también en mi vida personal. Cada vez que termina el año vuelvo a releer todo lo que escribí a lo largo de ese año y lo contrasto con los años anteriores. Gratamente descubro todo lo que fui creciendo y avanzando. Me comparo a mí misma mes a mes, año a año y me asombro de los cambios que fui teniendo, que en la vorágine de los días y la rutina no puedo verlos claramente.
Como a fin de año se me mezclan el agotamiento con la ansiedad de los nuevos objetivos del siguiente año, suelo perder el foco. Pero al releer estos diarios me comparo conmigo misma, celebro mis logros, valoro mi aprendizaje y mis cualidades, de esa manera vuelvo a mi propio camino.
Estos años me enseñaron que si me comparo con otros desde la frustración estaré caminando un camino que no me pertenece y con unos zapatos muy incómodos.
Hoy te quiero invitar a reflexionar para que aprendas a celebrar tus propios logros, ya sean grandes o pequeños, y también te invito a que identifiques tus propias fortalezas, y crecimiento.
Tal vez hoy inicies tu propio diario para compararte con vos mismo/a, o tengas una mejor manera de percibir tus propios logros que la mía. Sea lo que sea que inicies, o si solo te llega una parte de mi mensaje de hoy, quiero que sepas que ya te felicito por hacer ese click en busca de sentirte más libre.
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